Classes subalternes, sentit comú, cultura popular. El procés de constitució de les classes socials.

Materials de la sisena sessió: Classes subalternes, sentit comú, cultura popular. El procés de constitució de les classes socials.

urlCapella de la cova on es va refugiar Davide Lazaretti.

Index

Capítol 1er. del Manifest del Partit Comunista: “Burgesos i proletaris”.
QC 21. Problemes de la cultura nacional italiana. 1º Literatura popular (1934-1935)
QC 21. § Nexo de problemas
QC 21. § Los humildes
QC 21. § Concepto de “nacional popular
QC 25. Als marges de la història. Història dels grups socials subalterns.
QC 25. § Davide Lazaretti
QC 25. § Cuestiones metodológicas
QC 25. § Cuestiones metodológicas
QC 25. § Fuentes indirectas. Las “Utopias” y las llamadas “novelas filosóficas”
QC 25. § Cientificismo y consecuencias del bajo romanticismo
QC. 27 Observacions sobre el folklore ( 1935).
QC. 27 § Giovanni Crocioni
QC. 27 § “Derecho natural” y folklore.
Ernesto de Martino, El folkore progresivo

Bibliografia complementària per ordre cronològic de la primera edició:

Ernesto de Martino, El mundo mágico, post-faci de Silvia Mancini, Buenos Aires, Libros de la Araucaria, 2004. Primera edición en italiano, 1948.
Eric J. Hobsbawm, Rebeldes primitivos. Estudio sobre las formas arcaicas de los movimientos sociales en los siglos XIX y XX, Barcelona, Ed. Crítica, 2001. Primera edició en anglès: 1959.
Ernesto de Martino, La tierra del remordimiento, Barcelona, Edicions Bellaterra, 1999. Primera edición en italiano, 1961.
E.P. Thompson, La formación de la clase obrera en Inglaterra, Barcelona, Ed. Crítica, 1989. Primera edició en anglès, 1963.
Eric J. Hobsbawm, Bandidos, Barcelona, Ed. Ariel, 1976, Primera edició en anglès: 1969.
E.P. Thompson, La economía moral de la multitud (publicat per priemra vegada a la revista anglesa, Past and Present, nº 50, 1971), in Costumbres en común, Barcelona, Ed. Crítica, 1995. Primera edició de l’antologia en anglès 1995.
Antonio Gramsci, Arte e folclore, a cura di Antonio Prestipino, Roma Newton Compton Editori, 1976.
Kate Crehan, Gramsci, cultura y antropología, Barcelona, Edicions Bellaterra, 2004. Primera edició en anglès, 2002.
Giovanni Mimmo Boninelli, Frammenti indigesti. Temi folclorici negli scritti do Antonio Gramsci, Roma, International Gramsci Society/Carocci editore, 2007.
Ernesto de Martino, El folkore progresivo (1951) in El folkore progresivo y otros ensayos, Edició i presentació de Carles Feixa, Barcelona, UAB/MACBA, 2008.
Antonio Gramsci, ¿Qué es cultura popular?, Antologia i presentació a càrrec de Justo Serna y d’Anaclet Pons, València, Publicacions de la Universitat de València, 2011.

Podeu baixar el dossier de lectures clicant aquí: SEMINARI DE LECTURA 6 è. sessió

Més informació sobre Davide Lazaretti:
http://vimeo.com/35347055
http://www.trustandtravel.com/blog_old/en/davide-lazzaretti-the-outlaw-prophet-from-tuscany/
http://it.wikipedia.org/wiki/Davide_Lazzaretti
http://fr.wikipedia.org/wiki/David_Lazzaretti
http://tradizioni.chelliana.it/index.php?option=com_content&view=article&id=157&Itemid=163

Gramsci durante el Bienio Rojo | La posición de L’Ordine Nuovo en el debate sobre los soviets y los consejos de fábrica en Italia

1920_Torino_FIAT occupata
1920. La FIAT ocupada, la comisión obrera que dirigia el proceso.

Steven Forti

El periodo comprendido entre el final de la Gran Guerra y la Marcha sobre Roma (1918-1922) se califica normalmente como la “crisis del Estado liberal” y “el origen del fascismo”: la investigación histórica de las décadas postfascistas han analizado principalmente aquel giro complejo de la historia política italiana según una de estas dos perspectivas (1). En aquel lustro sobresale con intensidad el bienio 1919-1920, recordado y estudiado como el momento de máximo protagonismo del movimiento obrero. Pero el tan mitificado “bienio rojo” a menudo se explica también con nostalgia como el inesperado antecedente de los veinte años negros sucesivos. Y a las imágenes de las invasiones pacíficas de los campos y de las ocupaciones de las fábricas pronto se encabalgan las imágenes de la violencia de las brigadas fascistas. Al mismo tiempo, pues, el “bienio rojo” se ve como posible cuna e inequívoco féretro de la revolución socialista italiana.

Del “bienio rojo” se ha hablado y escrito mucho, igual que de los orígenes del Partido Comunista Italiano y del grupo ordinovista (2). Pero a pesar de que se haya dicho mucho, todavía no se ha hablado bastante respecto de algunas cuestiones. Entre ellas, la principal indudablemente, es la cuestión de los sóviets y el debate sobre su constitución en Italia a principios del año 1920. Pararse en esta problemática, analizándola a fondo, resulta imprescindible para llegar a una comprensión lo más completa posible del “bienio rojo” en su conjunto. Leer entre líneas las intervenciones y los artículos de los diferentes dirigentes socialistas italianos –con la vista también puesta en las teorizaciones de los padres de la revolución rusa– ofrece una doble posibilidad. En primer lugar, hace inteligible el pensamiento y la acción política del principio de la posguerra, poniendo de relieve las palabras del orden sin las cuales no sería posible abrir las puertas de la historia política de aquel periodo (3). En segundo lugar, en el ámbito socialista más constreñido, permite reconocer las diversas almas del socialismo italiano antes de la primera escisión de Livorno (enero de 1921) (4): como un cirujano, la cuestión soviética secciona el gran cuerpo socialista, ofreciendo la oportunidad a las diferentes corrientes de mirarse a la cara y de declararse. Cuando hablan de sóviet, Bordiga, Serrati, Togliatti, Gramsci, Bombacci, etc. desgranan sus concepciones de la Revolución, explicándola punto por punto, paso por paso. El debate sobre los sóviets, en realidad, es un debate sobre la Revolución, el Partido, los Consejos de los Trabajadores y los Sindicatos: un debate, pues, sobre qué es el socialismo y qué son sus caminos después del Octubre bolchevique.

El dirigente ordinovista Alfonso Leonetti, comentando en los primeros años de los años setenta el debate político y teórico interno del movimiento obrero de aquellos años, escribía que también en Italia el problema de los sóviets –“el problema de encontrar” la forma práctica que permitiera al proletariado ejercitar su dominio””– se había convertido en el tema central de cualquier reunión obrera y de la prensa socialista. “Los trabajadores de las oficinas o de los campos lo habían entendido todo sólo, escribiendo en todos los muros de Italia la palabra “sóviet”.[…] Pero en las esferas dirigentes y en la prensa socialista sólo había confusión”. (5)

Efectivamente, Leonetti tenía razón, tanto en cuanto a la confusión reinante dentro del Partido Socialista Italiano como por la centralidad del debate sobre los sóviets. (6) Desgraciadamente, después de la fuerte derrota sufrida por el movimiento obrero italiano, en los largos años de exilio y de la Primera República, no se han tratado mucho estas cuestiones: los sóviets y toda la gran actividad teórica y propagandística llevada a cabo cayeron pronto en el olvido, y acabaron siendo un recuerdo vago, un error de recorrido, fruto de la luz emanada por la Rusia soviética. El organismo sobre cuya instauración estaban todos más o menos de acuerdo según principios de 1920 quedó totalmente desbancado en la búsqueda teórica e histórica sucesiva del Consejo de Fábrica. Cómo apuntan A. Benzoni y V. Tedesco, este último tuvo el mérito tanto de ser estudiado con más profundidad cualitativa por un grupo homogéneo (L’Ordine Nuovo [el Nuevo Orden]) cómo de ser puesto en práctica en la realidad de la fábrica (sobre todo en Turín). (7)

Pero a pesar de todo lo que se ha escrito sobre el grupo ordinovista y Gramsci durante el “bienio rojo”, todavía hay muchas cuestiones que no se han tratado con suficiente claridad. Así pues, ver con una lente de aumento la posición de los compañeros de Turín en el intenso debate que ocupó las primeras páginas de los diarios y de las revistas socialistas entre enero y abril de 1920 resultará sin duda heurísticamente interesante, al menos por razones de dos tipos. La primera es que permite conocer de forma completa la concepción que el socialismo tenía de L’Ordine Nuovo del “bienio rojo”. La segunda es que ofrece nuevas pistas para el estudio sobre los primeros años de vida del PCI y sobre el desarrollo sucesivo de las reflexiones teóricas gramscianas.

Así pues, en estas páginas se tomarán en consideración los artículos que el grupo ordinovista escribió respecto del debate ignorado alrededor de la constitución de los sóviets en Italia. El debate se inició por Nicola Bombacci (8), entonces secretario político del PSI, con la lectura de un proyecto de constitución de los soviets en Italia en el Consejo Nacional del PSI en enero de 1920 (9). Entre enero y abril todas las corrientes del todavía amplio Partido Socialista van tomando posiciones a partir del proyecto Bombacci: Bordiga y la Facción Abstencionista, Il Sóviet de Nápoles, Bombacci y Gennari en l’Avanti! y La Squilla de Bolonia, Serrati y los maximalistas unitarios en l’Avanti!, el agente bolchevique Niccolini en Comunismo y el grupo de Gramsci en l’ Ordine Nuovo de Turín. La referencia a menudo era el proyecto de Bombacci, pero aquello que se decía iba mucho más lejos. En las respuestas y en las duras críticas de este proyecto se condensa la concepción del socialismo y de la revolución del grupo de Turín y se pueden encontrar in nuce las líneas principales del pensamiento político vanguardista de Gramsci, que en los setenta sabrán revaluar con atención, con la voluntad de ponerlo en práctica. (10)

En Turín, al contrario de los otros centros del socialismo italiano, se pensaba y se actuaba de forma diversa. No faltaba ni la claridad ni la conciencia, ni tan sólo una reflexión atenta. El grupo ordinovista razonaba sobre la revolución rusa, se interrogaba sobre las cuestiones que había abierto el Octubre. Hojear los números de 1919 y de 1920 de L’Ordine Nuovo muestra una realidad particularmente receptiva a las innovaciones del pensamiento y de la práctica, nacional e internacional. Esta fue una fase de gran importancia en la formación de Antonio Gramsci: desde la fundación de L’Ordine Nuovo en mayo de 1919, las reflexiones políticas y teóricas del socialista sardo tomaron un tono de una profundidad notable. (11)
La dimensión a la que se hace referencia era diferente en comparación con las diversas almas del PSI. No era el Partido (cómo para Bordiga), ni los sóviets (cómo para Bombacci): era el Consejo de Fábrica la idea a la cual se aspiraba y la realidad que se buscaba. Era una elección deliberada y perfectamente consciente, y no incomprensión de las enseñanzas rusas. Una enseñanza leída a través la experiencia de Turín: las palabras de los bolcheviques se plasmaban en la concreción de los Consejos de Fábrica. El movimiento turinés, que tuvo su primera afirmación en septiembre de 1919 con el nacimiento del consejo de fábrica en la “Brevetti FIAT”, “se vinculaba al modelo soviético lejano, pero traía en su seno […] elementos de la tradición sindicalista y del ideal de los ”consejos de productores””. (12)
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Gramsci i los dirigentes de la fracción comunista en Turín.
Los artículos de Gramsci, Terracini, Togliatti y Tasca no parecen particularmente invadidos por el mito ruso. Se ve más bien un estudio atento, referencias sensatas sobre la dimensión soviética. Es imprescindible, en este periodo histórico, leer a los bolcheviques (los primeros revolucionarios victoriosos) y reflexionar a través las categorías del paradigma de la Revolución Victoriosa, si se quiere pensar la política. Y Gramsci y los otros leían frenéticamente a los rusos, publicaban sus textos y a menudo los citaban. Sufrieron –como todos– aquel síndrome que afecta a los discípulos de una nueva religión: se consideraban los únicos capaces de comprender correctamente las enseñanzas del maestro. Así, en el momento en que se los criticaba y se los acusaba, tiraban anatemas contra los compañeros pidiéndoles si realmente conocían y habían meditado con atención y profundidad las tesis de Lenin, Zinoviev o Radek. Mencionar y citar la doctrina para no ser considerados herejes. Igual que hacían los otros líderes socialistas: Bordiga, Serrati y, retóricamente, Bombacci.

Así pues, en Turín la perspectiva era diferente. Una perspectiva económica, una perspectiva marxista y comunista. El problema de la revolución era el de “convertir en revolucionaria, de forma permanente, una gran masa humana”. No se trataba de un problema de propaganda oral y de proselitismo de partido como para el socialista de 1848 y de la “Segunda Internacional”, sino más bien un problema de transformación del organismo social. Desde una perspectiva fielmente marxista, realmente comunista, el problema era “crear un sistema orgánico que conduzca a los hombres a entrar de forma espontánea, por la misma evolución que están viviendo las relaciones sociales con el impulso de las fuerzas que rigen todo el organismo de la sociedad.” (13) Palmiro Togliatti, en dos artículos con un mes de diferencia, expone las posiciones de L’Ordine Nuovo sobre la constitución de los sóviets en Italia: tomar la palabra en el debate sobre los sóviets era una manera de exponer la manera propia de llegar al socialismo. Desde una perspectiva opuesta a la bordighiana se criticaba radicalmente aquel tipo de vía intermedia hacia la revolución que era el proyecto Bombacci; este proyecto, pleno de errores teóricos, intentaba conciliar la enseñanza rusa y la experiencia italiana, con un partido político y unas organizaciones que ya existían en el movimiento obrero. Antes de Togliatti, Angelo Tasca y Umberto Terracini ya habían tomado la palabra sobre este tema. El 18 de octubre de 1919 Tasca anticipó el debate sobre la cuestión soviética en un artículo de comentario del XVI Congreso Nacional del PSI (Bolonia, octubre de 1919). Al reintroducir la presencia del término “violencia” como leimotiv en las deliberaciones del Congreso, el fundador de L’Ordine Nuovo condenó duramente el maximalismo –definido como “nulista” y no “realizador”– y demolió las referencias a los consejos de trabajadores (Soviet) realizadas en el nuevo programa del PSI (14). Tras la lectura del proyecto de Bombacci, Terracini fue el primero de los ordinovistas en explicitar la posición propia. La condena de la propuesta bombacciana era absoluta: la única solución, según el abogado turinés, era la de dirigirse a la masa, dejar el estado burgués y transferir su centro de acción a la fábrica y al campo, el centro de la vida de la futura República Comunista. (15)

En Nápoles, la palabra de orden del partido político comunista era la que dictaba las leyes. En Turín, era el Consejo de Fábrica, experiencia tangible y ya testada, quien actuaba como iniciador de la revolución. Las premisas eran las mismas: invariable la deuda hacia los padres mitificados de la revolución rusa, evidente el llamamiento a la fidelidad de la doctrina marxista –en este caso concretamente en la política como súperestructura–, clara la diferenciación entre los soviets y los Consejos de Fábrica y la contrariedad a la inmediata constitución de los organismos soviéticos. Y se llegaba a las mismas conclusiones, tanto en una perspectiva feliz –la dictadura del proletariado y la sociedad comunista– como infeliz –no seguir el camino propuesto habría matado el espíritu revolucionario y a hacer fracasar la revolución proletaria.

Por otro lado, era inversamente proporcional la vía que se tenía que seguir y consecuentemente la crítica planteada contra el proyecto bombacciano. ¿Con qué se puede hacer iniciar la revolución? Para Bordiga aquello que se tenía que constituir inmediatamente era el Partido Comunista, el partido secta de clase: los Consejos de Fábrica tienden al reformismo y favorecen la contrarrevolución si el poder político no está en manos del proletariado (16). Para Gramsci y compañía, la propaganda para la constitución inmediata tenía que ser a favor de los Consejos de Fábrica: los sóviets están destinados a precipitarse en el vacío sin la transformación económica previa de la sociedad y de las relaciones sociales en su sustancia. Con una deliberación de partido no era concebible iniciar la creación de una sociedad nueva. El Partido es una institución política que, como el sóviet, atraía poco la atención del grupo turinés puesto que era “externa al ‘lugar central’ del choque de clases en marcha”: la visión ordinovista del partido “tiende constantemente a privilegiar el elemento espiritual de la ‘conciencia’ sobre el elemento funcional de ‘el instrumento’”. (17)
Cuando se lee a Bordiga en los meses del “bienio rojo” parece que se trata de un enviado bolchevique en Italia: la sintaxis es clara, la forma ágil, los contenidos claros. Sus intervenciones ponen de manifiesto una absoluta perfección en cuanto a la precisión terminológica y teórica. (18) Aun así, la claridad no era sólo una virtud de Bordiga. Ya antes de tratar a fondo la cuestión de los sóviets, en febrero, L’Ordine Nuovo había presentado el resumen de su pensamiento en cinco tesis. Se hacía hincapié en el binomio masa-economía. La revolución fracasaría si no se trataba de un movimiento de masas: esta tenía que “partir de la intimidad de la vida productiva”. Su base real no la daban los Sindicatos, ni tan sólo las Secciones del Partido, sino un movimiento que “tienda a educar los productores por autogobernarse, en el puesto de trabajo” y que “se concreten de una forma orgánica permanente”. Así, “los sóviets tienen que ser formación de masas vinculada estrechamente con los órganos estructurales de la nueva economía comunista libre. Sólo si se acercan a la economía, se convertirán en organismos vitales y dejarán de ser simples conciliábulos políticos”. (19)
La constitución de los Consejos de Fábrica era, pues, el único inicio posible para la afirmación comunista en Italia.

La semana siguiente, Togliatti desolló –hasta tocar el hueso– el proyecto de Bombacci. El dirigente ordinovista sostenía que el razonamiento de base se desprende del postulado que “los sóviets están en la base del Estado socialista”. Simplificando, según Togliatti, “los sóviets son el Estado socialista” con el corolario “crear el Estado socialista quiere decir hacer la revolución, y para hacer la revolución es necesario, por lo tanto, crear los sóviets”. Si la lógica era exacta de un punto de vista formal, ¿qué valor y qué significado se tenía que dar a los términos empleados? Como Bordiga y como los enviados bolcheviques Niccolini y Humbert-Droz, también el futuro compañero Ercoli analizaba la diferencia entre forma y sustancia: “la concepción que implica la realización de una revolución en la creación de un Estado es exacta en nuestra opinión […]. Pero qué es un Estado? Está la forma del Estado y está la substancia. La forma es la red de las instituciones en las cuales entran los hombres para operar como hombres políticos.”

Empleando como modo de comparación el Estado burgués, Togliatti sostenía que, según la ley tan empleada de los recursos históricos, el futuro Estado proletario tendría que haber sufrido el mismo proceso evolutivo. Por lo tanto, dado que “antes de cambiar la forma del Estado, los burgueses habían modificado la sustancia, habían modificado la constitución de la comunidad civil y después habían pensado en las ”Constituciones”….”, tenía que suceder lo mismo para los proletarios. Así pues, era necesario pensar construir el estado socialista, pero era inútil la tarea si no se consideraba como “un ejercicio de una acción continúa y orgánica directa para modificar la naturaleza de las relaciones sociales. El Sóviet es para nosotros, cómo ha sido el Parlamento para los burgueses, un punto de llegada, es la estructura política extrema de la sociedad.”

Por otro lado, Bombacci quería que se hiciera “el camino inverso, partir del resultado antes de tener las premisas y las condiciones del mismo”. Como Bordiga, también Togliatti recuperaba de las enseñanzas del Lenin de El Estado y la Revolución la doctrina marxista pura para dibujar la manera en la cual tenía que darse la revolución y de plasmarse el Estado socialista. Y para desmontar de forma creíble el proyecto bombacciano. Según Togliatti, a pesar de que se utilizara la palabra revolución y las frases que remitían a una concepción marxista del futuro social, “el proyecto no es ni revolucionario ni marxista, es un ejercicio que no puede tener más valor que el de una construcción jurídica anticipada”.

“Marx nos había enseñado que el derecho no es una superestructura: Bombacci se contenta con la superestructura; Marx nos había enseñado que la revolución es un proceso de desarrollo y de transformación de las relaciones sociales […]: Bombacci se contenta con la forma. Y la Revolución […] ocurre para él en una palabra, una sombra: los órganos revolucionarios que querría crear son la sombra de una sombra.” (20) Por tanto, ¿cuál era la solución por la que no se construyeran sólo planes y la sombra de Marx no nos sugiriera “que el constructor de los ”planes” es un contrarevolucionario”? Era necesario hacer una acción concreta: “ejercitar una influencia orgánica sobre esta conciencia y sobre esta voluntad [de los individuos] que se forman y se desarrollan en el mundo económico, en el mundo de la producción”. El periodo de la lucha de clases se había caracterizado por la resistencia, originada en el mismo lugar de trabajo: en la fábrica, en el campo, la lucha de clases era una cosa concreta. Y ahora como entonces, en el momento de la conquista que anticipa la reconstrucción, se tenía que partir del puesto de trabajo, del lugar donde había empezado la resistencia.
“Ser concretos hoy quiere decir para nosotros ayudar en este pasaje, en esta transformación: hacer que en el puesto de trabajo la lucha de clases acontezca creadora de nuevas relaciones sociales, y que [continúe siendo] la acción de las masas que operan en el ámbito de la producción.”
El “plan” correcto de la reconstrucción se encontraba “en la realidad misma de la vida económica”. En la fábrica, esto era evidente gracias a la construcción de un organismo en el cual cada parte estaba ligada a una unidad orgánica, pero también en el Estado y a nivel internacional “el desarrollo mismo de la economía tiende a convertir a los hombres en parte e instrumento de un organismo” donde se empiezan a realizar “las condiciones del paso a un sistema económico solidario”. Según Togliatti, era necesario educar los productores para que se apropiaran del “plan” comunista, es decir “es [era] necesario educarlos para autogobernarse”.

En el proyecto del secretario político del PSI N. Bombacci se diferenciaban con claridad los sóviets de los Consejos de Fábrica, intentando poner en una relación orgánica ambos organismos. Sin embargo, para el futuro presidente del PCI, haciendo esto “los obreros están en el Consejo de Fábrica naturalmente como productores, pero en los sóviets de Bombacci entran como hombres con un determinado programa político”. Los sóviets quedarían reducidos, pues, en la realidad, a ser duplicados, con una base más vasta, de las Secciones del Partido, sin ninguna posibilidad de desarrollo nuevo y diverso de aquel que tendría que tener normalmente el Partido.
“En el Consejo de Fábrica y, en general, en la organización para la unidad y para el puesto de trabajo queda claro que nos encontramos ante la aplicación de un principio nuevo. […] Se sigue una nueva táctica, que plantea las bases de una organización natural de masas, que tiene que surgir y desarrollarse en el terreno mismo de la producción.”
En el proyecto Bombacci, finalmente, se afirmaba que la conciencia “de ser rivales de los amos” ya existía en un número de productores suficiente como para crear una “gran red de organismos estatales” mientras que en la concreción de la constitución de los Consejos de Fábrica “se reconoce que hasta que esta conciencia no se afirme universalmente en el puesto de trabajo es inútil hablar de constitución de un nuevo Estado”. Por lo tanto, la acción en aquella difícil coyuntura tenía que ser crear y reforzar esta conciencia para que, en el puesto de trabajo, “se diera la transformación de la conciencia de los productores con voluntad constructiva, […] capaces de crear un Estado”. (21)

Las críticas al proyecto bombacciano se incluían en la óptica de una reafirmación limpia de la perspectiva ordinovista y de la del grupo turinés en las fábricas, ratificada en abril por Alfonso Leonetti (22). El joven dirigente comunista corroboró la necesidad de traer la discusión a su lugar natural, entre los obreros, en las fábricas, abandonando proyectos inútiles y polémicos. “Hoy no existe un pueblo, como en la época de Moisés, al cual se pueda dictar las tablas de su ley desde una montaña.” El error innato del proyecto Bombacci –“que es su condena; su muerte”– era lo de proponer esquemas de leyes: esto “es fruto del estudio de un individuo, no de la colectividad […], destinado a caer en el nada, puesto que no encuentra en las masas […] el humus que asegura la continuidad lógica de su existencia”. Por lo tanto, se tenía que crear, antes de la Constitución, los órganos de ésta mediante el esfuerzo de toda la colectividad que actúa en el ámbito de la fábrica. La mentalidad autoritaria de quien propone individualmente desde arriba “es la negación de cualquier doctrina revolucionaria”. La vía que se tenía que seguir era, pues, aquella donde la clase obrera había hecho suyo el problema de la creación de los órganos del Estado socialista, cosa que ya se había hecho en Rusia, en Alemania, pero también en la misma Italia.

“Esto demuestra como el problema de los sóviets y de los Consejos puede resolverse de forma adecuada sólo en el lugar de la producción, que es su sede natural.” La confusión existente entre los sóviets y los Consejos de Fábrica era una prueba más, para Leonetti, que los proyectos no servían por establecer aquello que no era posible establecer a priori. Los obreros “nos abren el paso y nos reclaman” a la realidad revolucionaria, moviéndose “en el terreno concreto de la experiencia”: el Consejo de Fábrica los concienciaba que “el Estado socialista empieza a construirse desde la fábrica” y “la educación revolucionaria que prepara el nacimiento y la formación del Estado de los sóviets”. Leonetti reafirmaba finalmente dos conceptos muy cercanos a la concepción ordinovista: que la fábrica y el campo son los primeros núcleos del Estado de los Consejos y que “los obreros tendrán que educarse en el autogobierno”, para que la oficina sea la primera experiencia para el futuro gobierno del Estado.

En abril, fue el mismo Gramsci quién intervino en la discusión, con un artículo no firmado en L’Ordine Nuovo, en respuesta a los artículos de Carlo Niccolini (23). Este había acusado a los ordinovistas de graves errores respecto de los comités de fábrica: su concepción habría sido en el fondo reformista y habría diseminado ilusiones nocivas entre el proletariado. De la pluma del socialista sardo salió una defensa apasionada de las palabras y de los hechos del grupo de L’Ordine Nuovo. Gracias a su empujón, los obreros turineses sabían que “la conquista de la fábrica no puede sustituir la lucha para la conquista del poder político o precederla” y lo han entendido “experimentalmente, a través de las discusiones y la práctica de los Consejos de fábrica”. Es por eso que L’Ordine Nuovo insiste tanto en este nuevo organismo del proletariado. Así pues, “¿ha sido informado el compañero Niccolini seriamente sobre las discusiones que se han llevado a cabo en Rusia sobre las instituciones de la fábrica? ¿Conoce las opiniones de los teóricos de la Tercera Internacional sobre estas instituciones? […] Nosotros estamos convencidos que el compañero Niccolini no conoce ni la práctica de los compañeros rusos, ni la práctica de los compañeros turineses”. (24)

Lo que nos podemos preguntar es cuánto se conoce realmente sobre las discusiones y las realizaciones de los bolcheviques en Italia (y en Europa) durante el “bienio rojo”. Ya es un hecho aceptado el notable retraso y la patente deformación de las informaciones presentes en los vínculos entre la Rusia soviética y Europa (25), sin contar la divergencia existente entre aquello que se decía y aquello que se hacía por parte de los bolcheviques desde el nacimiento del Estado soviético, es decir, entre la propaganda que se hacía en el exterior y aquello que realmente sucedía dentro de Rusia (26). H. König (y la crítica académica) han insistido en este punto: todo aquello que razonaban y teorizaban respecto del sóviet, Partido y Revolución, ya sea L’Ordine Nuovo o Il Sóviet en el primer año de vida de la Internacional Comunista, se hacía sin conocimiento de la realidad soviética y sin la actualización de los cambios de las directivas políticas en las altas esferas del nuevo estado bolchevique, en aquel período tan cambiante (27). Esto, a pesar de poner de manifiesto la posible fragilidad de algunos espaldarazos y de algunas coberturas de las teorizaciones ordinovistas, no lleva importancia a la creatividad política del grupo de Turín. Si a la línea gramsciana del bienio rojo se le puede imputar la ausencia de debate sobre la Guerra y el retraso en el debate sobre el Partido, se le tiene que otorgar, aun así, el mérito de haber, al menos de forma embrionaria, anticipado algunas características que han acontecido patrimonio común de la izquierda italiana en la segunda posguerra:
“la conciencia de la relación dialéctica entre clase y partido; la autonomía creativa de la confrontación en activo en las estructuras productivas; […] la definición de un sistema de un sistema de valores alternativo; […] el redescubrimiento de la autonomía del momento social respecto de la representación que hacían las fuerzas políticas” (28)
Notas

1. Ver, por ejemplo, la obra fundamental de Roberto Vivarelli, Storia delle origine del fascismo. L’Italia della grande guerra alla marcia su Roma (2 vol.), Bologna, Il Mulino, 1991 o el estudio de una realidad local importante como por ejemplo Bolonia, Nazario Sauro Onofri, La strage di palazzo de Accursio. Origino e nascita del fascismo bolognese 1919-1920, Milano, Feltrinelli, 1980.
2. Ver, entre la infinidad de textos publicados sobre el “bienio rojo” y sobre los orígenes de los Partido Comunista Italiano, Franco De Felice, Serrati, Bordiga, Gramsci e il problema della rivoluzione in Italia, 1919-1920, Bari, De Donato, 1971; Giuseppe Maione, Il bienio roig. Autonomia e spontaneità operaia nel 1919-1920, Bologna, Il Mulino, 1975; Paolo Spriano, Storia del Partito Comunista Italiano. 1. Da Bordiga a Gramsci, Torino, Einaudi, 1967; Luigi Cortesi, Le origine del PCI, Roma-Bari, Laterza, 1977.
3. Para una perspectiva de historia de la política que tenga en consideración las palabras y las acciones de los actores políticos en una determinada situación política, ver Valerio Romitelli, Mirco Degli Esposti, Quando si è fatto politica in Italia? Storia di situazioni pubbliche, Catanzaro, Rubbettino, 2001, pp. 19-73.
4. Una rápida, pero interesante panorámica sobre la transición entre PSI[Partido Socialista Italiano] y PCd’I [Partido Comunista de Italia] y sobre sus respectivas concepciones de la revolución en Serge Noiret, Il partito di demasiado massimalista dal PSI al PCd’I, 1917-1924: la scalata alle istituzioni democratiche, in Fabio Grassi Orsini, Gaetano Quagliarello (cur.), Il Partito politico dalla grande guerra al fascismo. Crisis della rappresentanza e riforma dello Stato nell’età dei sistemi politici di massa (1918-1925), Bologna, Il Mulino, 1996, pp. 909-965.
5. Antonio Gramsci, Amadeo Bordiga, Dibattito sui Consigli di fabbrica, introducción de Alfonso Leonetti, Roma, Savelli, 1973, p. 9.
6. Otros dos protagonistas importantes del “bienio rojo”, con distancia de algunos años, reconocerán el mismo mix de confusión y de centralidad de la cuestión sovietista. Ver, Pietro Nenni, Il diciannovismo, Milano, Edizioni Avanti!, 1962, p. 91; Angelo Tasca, La nascita del fascismo, prefazione di D. Bidussa, Torino, Bollati Boringhieri, 2006, pp. 15-17.
7. Alberto Benzoni, Viva Tedesco, Sóviet, Consigli di fabbrica e “preparazione rivoluzionaria” del PSI (1918-1920), “Problemi del socialismo”, 1971, pp. 189-190.
8. Para la interesante trayectoria política de N. Bombacci, del socialismo al fascismo, ver Serge Noiret, Massimalismo e crisis dello stato liberale. Nicola Bombacci (1879-1924), Milano, Franco Angeli, 1992; Guglielmo Salotti, Nicola Bombacci da Mosca a Salò, Roma, Bonacci, 1986.
9. Sección Socialista de Pistoia, Por la costituzione dei Sóviet. Relazione presentata al Congresso Nazionale da Nicola Bombacci, Pistoia, Tipografía F.lino Cialdini, 1920.
10. Entre los numerosos estudios dedicados al pensamiento de Gramsci publicados en España durante los años setenta y ochenta, ver Giorgio Bonomi, Partido y revolución en Gramsci y la teoría gramsciana del Estado, Barcelona, Avance, 1973; Maria-Antonietta Macciocchi, Gramsci y la revolución de Occidente, Madrid, Siglo XXI, 1976; Cesáreo Rodríguez-Aguilera de Prat, Gramsci y la vía nacional al socialismo, Madrid, Akal, 1985. En cuanto a la actualidad del pensamiento de Gramsci en los años setenta, ver, entre otros, AA. VV., Oltre Gramsci?, prefacio de Corrado Belci, Roma, Edizione cinque lune, 1977; Louis Althusser et alli, Actualidad del pensamiento político de Gramsci, Barcelona, Grijalbo, 1977.
11. Los escritos de Gramsci de esta época se han vuelto a publicar en Antonio Gramsci, Scritti politici, edición de Paolo Spriano, Roma, Editori Riuniti, 1971 y Antonio Gramsci, Per la verità. Scritti (1913-1926), edición de Renzo Martinelli, Roma, Editori Riuniti, 1974.
12. Esta es la tesis de Helmut König, Lenin e il socialismo italiano, Firenze, Vallecchi, 1972, p. 59, que señala que, en 1919, era común tanto para los socialistas cómo para los populares, combatientes y fascistas el intento de pasar de un sistema económico capitalista a una organización económica con reclamos evidentes a la tradición sindicalista.
13. Palmiro Togliatti, La costituzione dei Sóviet in Italia (Dal progetto Bombacci all’elezione dei Consigli di Fabbrica), “L’Ordine Nuovo”, a. I, núm. 37, 14 febrero de 1920, p. 291.
14. Angelo Tasca, Impresione del Congresso Socialista, “L’Ordine Nuovo”, a. I, núm. 22, 18 octubre de 1919, p. 171-173.
15. El proyecto de Bombacci se define como “una marca nítida y muy especificada de derecho constitucional sovietista”, Umberto Terracini, Il Consejo Nacional de Florencia, “L’Ordine Nuovo”, a. I, núm. 35, 24-31 enero de 1920, p. 277-278.
16. Bordiga interviene en el debate con el ensayo Para la constitución de los consejos obreros en Italia publicado en 5 artículos sobre “El Sóviet” entre el 4 de enero y el 22 de febrero de 1920. Para el pensamiento político de Bordiga en esta etapa, ver Amadeo Bordiga, Scritti scelti, al cuidado de Franco Livorsi, Milano, Feltrinelli, 1975, pp. 73-103; F. De Felice, Serrati, Bordiga, Gramsci, cit., pp. 129-233; Andreina De Clementi, Amadeo Bordiga, Torino, Einaudi, 1971.
17. A. Benzoni, V. Tedesco, Sóviet, Consigli di fabbrica, cit., “Problemi del socialismo”, cit., p. 194.
18. Son frecuentes las críticas del teórico sobre su nulo contacto con la realidad. En el Consejo Nacional de Milán de abril de 1920, el entonces secretario político del PSI, E. Gennari dirigiéndose a Bordiga dijo: “Y yo querría dirigir algunas palabras al amigo Bordiga, que quiere ser siempre lógico, impecable, puro como por ejemplo Parsifal, que quiere estar siempre en el azul del cielo de los principios, de las teorías, nunca en contacto con el terreno de la realidad, al amigo Bordiga que denominaría casi San Amadeu el estilita, que medita absorto en sus teorías sobre una columna, pero que no baja a todas las contingencias, a todas las necesidades de la lucha […]”, en Il Consejo nacional socialista. Sesiones tenidas EN mILÁN entre el 18 y el 22 de abril de 1920. Texto taquigráfico íntegro inédito, Volumen tercero: X-XII asamblea, Milano, Edizioni del Gallo, octubre 1968, p. 29.
19. La costituzione dei Sóviet in Italia, “El Ordine Nuovo”, a. I, núm. 36, 7 febrero de 1920, p. 285.
20. Palmiro Togliatti, La costituzione dei Sóviet in Italia (Dal progetto Bombacci all’elezione dei Consigli di Fabbrica), “L’Ordine Nuovo”, a. I, núm. 37, 14 febrero 1920, p. 291. [Cursiva mía].
21. Palmiro Togliatti, La costituzione dei Sóviet in Italia (Dal progetto Bombacci all’elezione dei Consigli di Fabbrica), “L’Ordine Nuovo”, a. I, núm. 40, 13 marzo 1920, p. 315. [Cursiva mía].
22. Alfonso Leonetti fue un “periodista proletario” muy activo, que colaboró hasta el 1918 al Grido del popolo [el Grito del Pueblo] de Gramsci y en la edición turinesa de l’Avanti!. Ordinovista desde el primer momento, fue uno de los fundadores del PCd’I de Livorno, distinguiéndose por la obra de organización de la prensa comunista. Redactor del diario L’Ordine Nuovo y, más adelante, director de l’Unità, se convirtió, el 1924, en miembro del CC del PCd’I. Perseguido al final de la vida por los fascistas, el 1926, se quedó en Italia para gestionar el primer centro interno del partido. En 1928 emigró clandestinamente en Francia, donde continuó su actividad política y periodística comunista. F. Andreucci, T. Detti (cur.), Il Movimento Operaio Italiano. Dizionario biografico (1853-1943), Roma, Editori Riuniti, 1979, vol. IV, Leonetti Alfonso, p. 97-101.
23. C. Niccolini, alias N. M. Ljubarskij, fue el enviado oficial de la Comintern en Italia entre el otoño de 1919 y enero de 1921. Inicialmente cercano a Serrati y crítico con el grupo ordinovista, después del verano de 1920 se acercó, por indicaciones bolcheviques, a la facción comunista de Bordiga y Gramsci, favoreciendo la escisión en el XVII Congreso Nacional del PSI de Livorno. Ver, Antonello Venturi, Rivoluzionari russi in Italia, 1917-1921, Milano, Feltrinelli, 1979, p. 196-258.
24. Antonio Gramsci, Sóviet e Consigli di fabbrica, “L’Ordine Nuovo”, a. I, núm. 43, 3-10 de abril de 1920, p. 340.
25. Se puede pensar únicamente, a título de ejemplo, en el retraso de la carta de Lenin sobre la participación en las elecciones políticas generales de los 16 de noviembre de 1919, datada el 28 de octubre de 1919 y que no fue publicada a “l’Avanti! hasta el 6 de diciembre. O el retraso, el septiembre de 1920, de las noticias relativas a la ocupación de las fábricas en Italia, que desembocaron en un acto tragicómico: las cartas de Lenin a los obreros de las fábricas ocupadas llegaron cuando ya se habían desmovilizado!
26. Ver, entre otros, Paolo Melograni, Il mito della rivoluzione mondiale. Lenin tra ideología e ragion di stato (1917-1920), Roma-Bari, Laterza, 1985; Oscar Anweiler, Storia dei Sóviet, 1905-1921, Roma-Bari, Laterza, 1972.
27. Ver también, Silverio Corvisieri, Il Bienio rojo 1919-1920 della Terza Internazionale, Milano, Java Book, 1970.
28. A. Benzoni, V. Tedesco, Sóviet, Consigli di fabbrica, cit., “Problemi del socialismo”, cit., p. 651

Fuente: http://www.gramscimania.info.ve/2013/11/gramsci-durante-el-bienio-rojo-la.html

Semana sobre Gramsci en Argentina

Imatge
Por Damián Andrada

En 1947 el escritor Ernesto Sábato lo presentó como uno de los “más puros héroes civiles” de Italia. Años más tarde el historiador británico Eric Hobsbawm lo definiría como “el pensador comunista más original de Occidente en el siglo XX”. A casi 80 años de su muerte, su obra sigue siendo leída y aplicada a nuestras sociedades. El pensamiento del intelectual socialista Antonio Gramsci está más vigente que nunca en Argentina y en las democracias post-neoliberales latinoamericanas. Por esta razón, el Istituto Italiano di Cultura, la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y la Fondazione Istituto Gramsci di Roma realizaron la primera “Semana de Estudios Gramscianos en Argentina” del 11 al 15 de noviembre.
 
En el primer día se presentó Vita e pensieri di Antonio Gramsci (1926-1937), que recoge el pensamiento del intelectual sardo durante sus años en la cárcel. El libro fue editado en 2012 por Einaudi y su autor, el presidente de la Commissione scientifica dell’Edizione Nazionale degli scritti di Antonio Gramsci, Giuseppe Vacca, fue invitado especialmente para estas jornadas junto a la académica Francesca Izzo.
 
El profesor de la Universidad de Camerino Alberto Filippi abrió la mesa explicando que el libro cruza los Quaderni del carcere –nombre que reciben las más de 2000 notas que Gramsci escribe en la cárcel– con su epistolario, en “un juego positivo de espejos que se iluminan recíprocamente”, lo cual refuerza la importancia del intelectual sardo en la Sudamérica de hoy: “Pensó con gran relevancia innovadora, es un clásico y exige un pensamiento continuo porque sigue teniendo actualidad con el pasar de los años”.
 
Por su parte, el rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Eduardo Rinesi, subrayó que la obra de Vacca es una “investigación monumental”, especialmente por el análisis de las cartas de Gramsci con su amigo Piero Sraffa y su cuñada, Tatiana Schucht. “La idea de hegemonía no es ni meramente cultural ni meramente económica. La hegemonía es esencialmente política”, concluyó Rinesi sobre el principal concepto de la obra gramsciana.
 
El historiador Waldo Ansaldi no reparó elogios y agradeció al autor: “Es un libro formidable. Es la novela de una tragedia tensionada por el dolor. Pero también por el amor”. El profesor de la UNC explicó que Vacca muestra a un Gramsci “humano, de carne y hueso”, con una notable lucidez y que no deja de pensar en términos políticos. 
 
“Para Gramsci cualquier proyecto de transformación revolucionaria de la sociedad debe ser a través del concepto clave de hegemonía, o sea la conquista de las conciencias antes de la conquista del poder. A Gramsci le resultaría desagradable la idea de asalto al poder”, explicó Ansaldi en uno de los mejores pasajes de la charla.
 
En el cierre, Vacca comenzó su devolución diciendo que no estaba sorprendido por la realización de estas charlas: “Porque estamos en Argentina, que junto a Italia es uno de los países donde Gramsci es utilizado de manera más creativa”. Tras destacar a intelectuales argentinos gramscianos como José “Pancho” Aricó y Juan Carlos Portantiero, explicó la complejidad de estudiar a Gramsci dado que el intelectual sardo posee un léxico propio, además de que nunca escribió un libro: sus obras son el resultado de la compilación post-mortem hechas por su camarada Palmiro Togliatti. 
 
Las jornadas se completaron el martes en la Biblioteca Nacional con una mesa redonda sobre “Crisis y hegemonía, en tiempos de Gramsci y en los nuestros”, con la participación de Horacio González, Daniel Campione, María López, Alberto Filippi y Giuseppe Vacca. Del miércoles al viernes, se mudaron a Córdoba, cuna del pensamiento gramsciano en Argentina a partir del Grupo Pasado y Presente.
 
A casi 80 años de la muerte de Antonio Gramsci, la “Semana de Estudios Gramscianos en Argentina” es un ejemplo más de la amplia recepción del intelectual en el país y de cómo su pensamiento sigue siendo objeto de estudio y motor de pensamiento en las sociedades latinoamericanas del siglo XXI.
 
 
Damián Andrada es profesor de Periodismo y Comunicación en la Universidad del Salvador, y maestrando en Ciencias Políticas y Sociología en FLACSO Argentina

– See more at: http://www.tribunaitaliana.com/Collettivit/Actualidad-del-pensamiento-de-Antonio-Gramsci/2648#sthash.RTrlA9Ef.dpuf

 

Lukács sobre el partido ( 1924)

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Lukács en 1919.

“Porque en la esencia de la historia radica la producción constante de lo nuevo. Esta novedad no puede ser calculada siempre de antemano con la ayuda de alguna teoría infalible: ha de ser reconocida en la lucha, a partir de sus gérmenes, primero, siendo acto seguido aprendida a nivel consciente. La tarea del partido no es, en modo alguno, imponer a las masas un determinado tipo de comportamiento, elaborado por vías abstractas, sino aprender, por el contrario, incesantemente de la lucha y de los métodos de lucha de las masas.»

György Lukács, “Lenin, la coherencia de su pensamiento” 1924

Podéis descolgar esta obra traducida al español por Jacobo Muñoz y con un prólogo de Néstor Kohan: «La filosofía y el fuego (Lukács ante Lenin)» dando un clic aquí:
Lenin

Gramsci para estos tiempos

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Joaquín Miras Albarrán

Antonio Gramsci denomina a su pensamiento político Filosofía de la Práctica. Es esta, como veremos, una concepción política por entero opuesta a la imperante en la actualidad. La Filosofía de la Práctica considera que el ser humano es un ser comunitario y plástico, que necesita hacer en común y crear así cultura material de vida común para vivir. El propio hacer común, las ideas que lo guían, crea no solo la cultura material de vida, los medios de vida, sino la propia antropología subjetiva, individual, las propias necesidades y expectativas de vida del individuo. Esta capacidad de autocrearse, como antropología y como cultura material de vida, mediante la praxis común es lo que se denomina la Historicidad humana, que no hay que confundir con la simple diacronía. El pensamiento prioritario en consecuencia es la razón práctica, que produce y reproduce la vida; no la razón teórica. La razón práctica surge de la comunidad material de vida en deliberación consigo misma a partir de su experiencia, o, en el largo periodo histórico en el que vivimos, el de las luchas de clase, de la escisión de la comunidad en clases o grupos enfrentados que deliberan en oposición a partir de su experiencia particular. La Filosofía de la Práctica, no es una filosofía que considere tener un papel primordial, ontológicamente prioritario, elaborado desde fuera o al margen de la comunidad social y su experiencia histórica, a la hora de elaborar el proyecto político nuevo de la sociedad. No es una filosofía de la ciencia que a partir de un saber intelectual fuerte, y minoritario por especializado, trate de elaborar, mediante investigación sobre la sociedad entendida como objeto, y mediante la prognosis o la proyección a contrario, los objetivos políticos a proponer al resto de la sociedad. No es tampoco un saber doctrinal filosófico a priori. Para la Filosofía de la Práctica, la prioridad está en la praxis creadora, autodirigida, de los individuos en comunidad. Los creadores del ethos cultural de vida, o lo que es lo mismo, los fundadores del Estado, son los trabajadores, las productoras y productores, los cuidadores y cuidadoras que a partir de su praxis culturalmente organizada, desde la vida cotidiana, capilarmente, alumbran vida, perpetúan y reproducen la vida humana, radicalmente social, al reproducir y perpetuar las condiciones materiales de las que depende. Gramsci afirma que un padre de familia puede ser Estado –puede ser considerado “funcionario”- si en su ámbito de decisión inspira un ethos de vida determinado. Y que un padre de familia es legislador (cuadernos 3 y 14, respectivamente). Y reflexionando sobre la Revolución francesa, Gramsci explica cómo el programa de la revolución, asumido por los jacobinos, no surgió de la mente de la minoría dirigente, sino que surgió “dramáticamente” de la propia praxis revolucionaria de masas, y de la experiencia, expectativas y necesidades nuevas surgidas del propio proceso de lucha colectivo emprendido por la comunidad popular organizada: historicidad. “Historicidad” implica saber reconocer que no se puede conocer cual va a ser el futuro, porque no se pueden conocer las capacidades y proyectos nuevos que emergen de la praxis organizada del nuevo sujeto en ciernes. Es la prioridad ontológica de la razón práctica concreta sobre la razón teórica. Tanto para hace 800 mil años como para ahora.
La Filosofía de la Praxis, por tanto, no tiene un papel de dirección intelectual y de programa. Su tarea es hacer la parénesis argumentada que incite a la organización capilar y al protagonismo en comunidad de la praxis de cada individuo. Una vez va surgiendo la praxis organizada desde la nueva razón práctica, la nueva comunidad de cultura y de vida en ciernes, la tarea de la Filosofía de la Praxis consiste en ser una reflexión segunda sobre la misma, un esfuerzo por mejorar la autoconsciencia de todo individuo organizado, elaborando sobre la experiencia de la nueva consciencia que emerge de la praxis organizada, para ayudar al acuerdo general, para favorecer la insustituible, creadora, comunicación y deliberación entre los miembros organizados en la nueva comunidad material de vida en ciernes. Comunidad material, cuya existencia real previa, aunque sea en proceso, es la única condición que garantiza el poder deliberar y comunicarse, y que es la verdadera, única volonté general. Porque no existe comunidad de comunicación posible allí donde la comunidad material no existe.
La Filosofía de la Práctica es, en resumen, un filosofar praxeológico interno al movimiento organizado, que crea el nuevo ethos. Una Filosofía de la Práctica, en el que “de la práctica”, según expresión feliz de un clásico nuestro, es genitivo subjetivo. Frente al dualismo sujeto objeto, este filosofar es axiológicamente monista en consecuencia.
La ciencia, en este filosofar tiene un papel subordinado: no es la fuente de inspiración creadora del nuevo proyecto social –ingeniería social en manos de una élite o aristocracia intelectual vanguardista, académica o política, profesional -. La ciencia social, la historiografía, la economía, la antropología, etc, tiene como misión fundamental la crítica, en primer lugar, y tal como ya Marx lo había expresado. “Crítica”, para seguir con Marx, como “crítica de la economía política” –antes, como crítica de la filosofía o “crítica de la crítica crítica”, etc- o sea, de una escuela teórica de economía en la que se basaba una ideología de clase que se propagaba, y para mostrar que es falso que este mundo sea natural o inmodificable, o el mejor. Crítica también de la sociedad existente y de su funcionamiento no evidente, para mostrar cómo nuestros problemas son consecuencia de la misma, del orden singular concreto impuesto que la domina, que puede afectar de forma distinta a los diversos sectores de subalternos. Su misión es ilustrar al Soberano, es decir, entregar argumentos a cada miembro del potencial nuevo soberano, ayudar a su autocomprensión, animar a la praxis activa, para que actúe creativamente y protagonice su praxis colectiva. No sustituir.
Otra noción importante, caudal, del pensamiento de Gramsci, que se concluye, por otro lado, de las premisas iniciales resumidas al comienzo de este texto –monismo o rechazo de separación sujeto objeto; plasticidad antropológica, comunitarismo, y su consiguiente dependencia de la antropología del individuo de su cultura comunitaria, historicidad-, es su teoría del Estado, o Estado como eticidad, sin la cual no se entiende el hondo calado de otro par conceptual fundamental en el pensamiento de Gramsci: Hegemonía/Bloque social. Gramsci recibe a través de Hegel la noción clásica de “Estado” –lo explicita, por ejemplo, en el Cuaderno 6 & 24, y en multitud de pasos-, la que podemos encontrar en Aristóteles. La polis, el Estado, es un producto de la comunidad activa. No así para el liberalismo que es el pensamiento que informa a la totalidad de las fuerzas políticas activas hoy día, incluidas las de izquierda. Para el liberalismo, el Estado en su materialidad u objetivación, esto es, el Estado como resultado o efecto de unas prácticas, está formado por las políticas ejecutadas: inversiones en infraestructuras, en sanidad, en enseñanza, en pensiones, en investigación, etc.. Por otro lado, para el liberalismo, el Estado como agente subjetivo o impulsor de esas prácticas está constituido por los funcionarios, los legisladores y políticos que actúan como elaboradores de las leyes que ordenan esos objetivos, proveen sus recursos, gestionan la ejecución de esas órdenes y ejecutan esas órdenes; en conjunto, son los funcionarios, los magistrados y los políticos electos, los ejecutores y sostenedores de esos procesos. Para Gramsci y la tradición mediterránea, sin embargo, el Estado en su materialidad u objetivación, esto es, el Estado como resultado o producto objetivado por unas prácticas activas es la cultura material de vida en que vivimos, que aprendemos para hominizarnos, y que nos permite reproducir la vida cotidiana en todos su aspectos incluido el metabolismo con la naturaleza: el ethos. Para esta tradición, por otro lado, el Estado, -la polis-, como agente subjetivo o impulsor de esas prácticas, está constituido por la comunidad entera de seres humanos que producen y reproducen capilarmente, desde su vida cotidiana, esa cultura material; es la ciudadanía entera, todo individuo activo; incluidos los padres de familia, a los que se refiere Gramsci para poner un ejemplo de estadista, alejado del tópico liberal del estadista político profesional y su saberes técnicos. Orgánica con esa cultura se desarrolla la actividad política de deliberación y legislación, hoy escindida del ethos cultural y de la deliberación de la comunidad por imperativo del liberalismo, que, además lucha por imponer la expropiación de estos ámbitos para entregarlos a la empresa privada capitalista.
La cultura material de vida, como producto humano depende para su elaboración y para la práctica en la vida cotidiana, de un conjunto de saberes que poseemos entre todos, aunque divido en partes –división técnica del trabajo-. Ethos, eticidad es el nombre que se da a la cultura material de vida, en sentido antropológico del término, cuando se la piensa desde los saberes productivos de la misma, poseídos y protagonizados por cada miembro de la comunidad.
La reflexión sobre el Estado como ethos posee gran importancia para hacernos conscientes precisamente del protagonismo que tenemos sobre esos saberes, y sobre la cultura que nosotros mismos creamos u objetivamos al ponerlos en práctica; y para tomar consciencia de las posibilidades de crear en común otros ethos/estados alternativos. El Estado es ethos + nomos –ley-, o como explica Gramsci, para que se le entienda desde la ideología liberal, el estado es sociedad política + sociedad civil.
La Hegemonía consiste precisamente en la praxis cuyo fin es sostener un ethos cultural determinado, que posibilita un vivir ordenado por un proyecto político, y que consolida así un sujeto comunitario de vida; o desarrollar un nuevo ethos, que va definiendo a un nuevo Sujeto Colectivo o Bloque social: un Estado u orden nuevo en ciernes. Ethos, cultura material de vida nueva que, cuando se desarrolla suficientemente, exige la creación de un nuevo conjunto de leyes escritas o nomos. –del estado como ethos o sociedad civil, al estado como sociedad civil más sociedad política. La Hegemonía, que se elabora y crea en la Sociedad Civil y consiste en el esfuerzo por ir creando capilarmente otro proyecto común de cultura y vida cotidiana, cuando ha conseguido que la misma esté ordenada según una nueva cultura de vida y sus inherentes aspiraciones y necesidades, acarrea como consecuencia que el aparato político antiguo caiga y dé paso a uno nuevo, organizativamente distinto al anterior por ser funcional a la nueva cultura de vida. Esta noción gramsciana parte de la idea de que no resulta posible sostener una constitución estatal que no es orgánica con el modo de vida protagonizado por el sujeto social. La idea procede de la tradición a la que se adscribe Gramsci, -también Marx-. Hegel recalca en sus Principios de Filosofía del Derecho que la verdadera Constitución de un estado es sus costumbres y usos de vida materiales; y que cuando una constitución ley escrita choca con ellos, ésta salta por los aires; pone como ejemplo la Constitución española de Bayona, de José Bonaparte. En La Fenomenología del Espíritu escribe páginas avisando del peligro de destrucción que amenaza a la polis cuando la ley de la costumbre y la familia se enfrenta con la ley política; el texto se escribe al hilo de la tragedia griega Antígona . Por su parte, en el origen intelectual de la tradición, Aristóteles nos dice que las leyes –nomoi- deben establecerse de acuerdo con el régimen –politeían- ( Política 1282b) ; o sea, se concluye que las leyes no son el régimen y que el orden de la polis o politeían es previo. Pero para la concepción al uso, la liberal, por el contrario, las leyes son el régimen. Sirva esto para dar mayor claridad y establecer la filiación de la fecundísima noción de Estado que inspira a Gramsci
Creo que estos dos aspectos nodales del pensamiento político de Gramsci muestran que su filosofar praxeológico es la gran alternativa al pensamiento político hoy imperante, esto es, al pensamiento político liberal positivista, utilitarista, ingenieril, vanguardista o de elite especializada, que es el generalizado. Frente al liberalismo, que es la actual Bestia Triunfante, pero que, paradójicamente, en este momento de dominio social férreo y de universalización a todas las fuerzas políticas, muestra a las claras su fracaso para resolver los problemas sociales humanos, posee el poder pero fracasa como consenso ideológico, encontramos la colosal aportación de Antonio Gramsci. Por eso Gramsci es un pensador para este tiempo, es el comunismo para el presente.

Pequeño vocabulario para una sesión sobre filosofía de la praxis

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Joaquin Miras ha preparado este pequeño vocabulario para la sesión del próximo martes 19 de noviembre de 2013 del Seminari de lectures «Gramsci i la unitat popular».

Filosofía: saber segundo. Esto es saber que surge de la reflexión sobre la propia experiencia generada por el hacer personal. En consecuencia saber de la experiencia que nos devuelve nuestra vida, nuestro vivir dentro de una cultura. Saber experiencial reflexionado. El filosofar se ayuda en su reflexión sobre la experiencia de vida apoyándose en los saberes de elaborados a partir de la reflexión sobre la experiencia de anteriores desarrollos históricos. Se ayuda de la crítica al orden existente,a partir de su estudio utilizando como instrumento la ciencia social. Recursos mediante los que desnaturalizar la realidad social, mediante la insistencia de que el mundo social es creado por nosotros, depende en consecuencia de nuestra actividad. La experiencia de vida que percibimos es consecuencia de un mundo no determinado y natural, sino que es un mundo cuyos creadores somos nosotros mediante nuestra praxis, por ello debemos organizarnos y generar nueva praxis. El filosofar renuncia conscientemente a tratar de proponer programas y objetivos a priori, pues es imposible pronosticar las capacidades y experiencias desarrolladas por el movimiento práxico sin cuya existencia nada nuevo emancipador puede llegar a existir

Filosofar, saber genitivo subjetivo, esto es, que trata de reflexionar sobre la experiencia que los individuos desarrollan en su praxis de vida

Praxis: actividad humana mediante la que producimos el mundo material en que vivimos y, a la vez, la antropología o interior humano, las capacidades psíquicas que gobiernan la praxis, las expectativas, las necesidades, los sentimientos y afectos que constituyen el espíritu humano. La praxis depende de las ideas práxicas transmitidas intergeneracionalmente, del acerbo cultural/ intelectual como saber creador, que nos permite actuar y crear/producir; y de las expectativas heredadas, que nos orientan en nuestra práctica y de cuya contradicción – o armonía- con las consecuencias de la praxis se alimenta nuestra experiencia de vida. El pensamiento prioritario es la “Razón práctica”, no la teórica. La praxis genera experiencia, saber experiencial, sobre la realidad, sobre las consecuencia de la propia praxis, y elabora el saber a qué atenerse

Monismo, identidad sujeto objeto. Dado que la praxis produce el mundo material de vida, el orden cultural o ethos, y a la vez, crea nuestra antropología. Y dado que en consecuencia, no existe una antropología extrahistórica, natural, prefijada, dado que mediante la praxis nos autocreamos constantemente tanto como cultura –objeto, cosa- cuanto como subjetividad –sujeto- , no existe la posibilidad de estudiar el mundo creado como si fuese un objeto. Se necesitaría una mente determinada por la naturaleza, invariable en sus necesidades y expectativas, común a todo tiempo y toda sociedad y toda clase que tuviese enfrente un objeto fijo. Desde esta hipótesis se podría estudiar la sociedad como cosa y medirla en función de las necesidades fijas e inmutables. Tal se hace en las ciencias de la naturaleza. No es posible en la sociedad. No es posible en consecuencia elaborar postulados estilo los de la ciencia, que posibiliten a científicos descubrir qué se debe hacer, pronosticar el estado social del futuro, y las acciones adecuadas para dirigir un proceso de lucha. Superación Descartes/ Kant

Objetivación/ expresividad. El mundo humano existente, la sociedad/cultura o sociedad civilización es el resultado de la actividad permanente desarrollada por la comunidad social organizada para producir y reproducir el mundo de vida. Desde el saber hacer barras de pan y cómo se comen, desde el saber hacer tornillos y saber cómo usarlos, al saber criar un niño, o cruzar una calle. Esta actividad se basa en los saberes culturales elaborados durante generaciones, y poseídos en su conjunto por la sociedad. Son los que crean las de las capacidades humanas, que en consecuencia son creadas históricamente. Crear es el nombre adecuado de la actividad humana. Una actividad no por desarrollarse según saberes no nuevos deja de ser creadora; bastaría detener la praxis humana colectiva durante unos pocos días para que la creación de las condiciones materiales y sociales que posibilitan la vida humana dejaran de existir. La objetivación crea la vida

Comunidad. El ser humano es ser comunitario. Su actividad está socialmente organizada. La individualidad humana, la singularización humana es consecuencia de la capacidad colectiva de metabolizar con la naturaleza, y liberarnos de su determinación. Los saberes culturales que nos permiten producir y reproducir el mundo, están repartidos entre los diversos individuos –división técnica y social del trabajo-. Es el conjunto integrado de la praxis de la comunidad la que crea la civilización que nos socializa a cada uno de nosotros. Nuestra antropología es consecuencia de la comunidad en la que vivimos, de la praxis creada y de la clase social en que nos integramos

Historicidad. El ser humano es un ser histórico. Esto va más allá de la noción de que la sociedad tiene un devenir en el tiempo. Historia es el nombre que recibe cada cambio que se produce en la humanidad, en su organización, en su cultura/civilización, como consecuencia de los cambios introducidos en la praxis humana. La historia es creación humana porque es el nombre que recibe la creación de nuevos modos de organizar el mundo social humano, a comenzar por la ordenación de la producción. El ser humano no es un ser natural cuyo devenir se da en un tiempo denominado “historia”. Es un ser cuya praxis depende de su voluntad y de las ideas con las cuales la ordena y organiza su praxis, y de la cual surge la cultura gracias a la que vive. Historia es el cambio de ideas creadas por el ser humano conforme a las cuales crea su nueva cultura mediante su praxis.

Plasticidad humana: el ser humano es un ser no determinado positivamente por su biología. Debe metabolizar con la naturaleza y debe vivir el comunidad tanto con los seres y los saberes heredados crean nuestras necesidades, nuestras expectativas de vida, nuestros mundo interno
Nuestro hacer precisamente por ser cultural, no natural, nos permite actividad en todo tipo de medio. Nos permite ser capaces de cambiar de mundo y de cultura de vida, y de ser capaces de apropiarnos y gobernar esos nuevos saberes, nos permite vivir en toda sociedad y en toda naturaleza. “Universalidad”, que quiere decir no que podamos estar en todas partes –podemos estarlo-, sino que en potencia podemos subsumir toda la naturaleza y convertirla en medio conscientemente integrado en nuestra praxis. Y que podemos subsumir los conocimientos de cualquier otro ser humano y ponerlos bajo nuestro hacer

Autoconsciencia. Que nuestra forma de vida dependa de saberes culturalmente aprendidos, que el acerbo de saberes que nos permiten producir y reproducirnos –desde el hacer y comer barras de pan a saber cortejar a alguien- sean un cúmulo de conocimientos del que nos hemos apropiado mediante esfuerzo en nuestra socialización, y que están a nuestro alcance en nuestra mente o consciencia, y requieren de nuestra consciente voluntad para ser puestos en obra. Que la actuación de los mismos –praxis- se dearrolla conforme a fines y expectativas de las que tenemos consciencia porque pertenecen al acerbo cultral que hemos interiorizado. Que las consecuencias son registradas por nuestra consciencia experiencial que a menudo se sorprende de que no sean conforme a las expectativas. Todo esto hace que nuestro saber hacer, nuestra experiencia de vida, estén en nuestro fuero interno ante nuestra propia autoconsciencia, desdoblados y a la vez dentro de nosotros. Que podamos reflexionarlos y concluir sobre su corrección. Autoconsciencia: todo hombre es filósofo

Cambiarse a si mismo

564435_623494057691960_2020842411_n«… Cada cual se cambia a sí mismo, se modifica, en la medida en que cambia y modifica todo el conjunto de las relaciones de las cuales es el centro de anudamiento. En este sentido, el filósofo real no es y no puede ser otra cosa que el político, es decir, el hombre activo que modifica el ambiente, entendido por ambiente el conjunto de las relaciones de los que el hombre forma parte. Si la individualidad misma es el conjunto de estas relaciones, crearse una personalidad significa adquirir conciencia de esas relaciones, y modificar la personalidad significa modificar el conjunto de estas relaciones.»

-Antonio Gramsci, «Qué es el hombre», en: Antología, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 1980.

Antonio Gramsci i els consells obrers

29 d’octubre de 2013. Lectura de textos sobre sindicalisme, consells obrers, el bienni roig (1919-1920) a Itàlia dins del seminari de lectures: Gramsci i la Unitat Popular, organitzat per la Trobada de nou Barris i pel Casal Popular de Nou Barris Tres Voltes Rebel. Col·labora: Espai Marx.

Pots baixar el dossier de textos llegits en aquesta sessió en aquesta adreça:

http://www.elsarbresdefahrenheit.net/ca/index.php?view_doc=1919
portada segona sessió
o clicant aquí: Segona_sessi_Consells_obrers_def

Index de textos inclosos al dossier:

1.- Cronologia gramsciana.
2.- Democràcia obrera (L’Ordine Nuovo, 21 de juny 1919).
3.- Als comissaris de secció dels tallers FIAT, centre i patents (13 de setembre de 1919)
4.-Sindicats i consells I ( L’Ordine Nuovo, 11 d’octubre de 1919)
5.- Els sindicats i la dictadura ( L’Ordine Nuovo, 25 d’octubre de 1919)
6.-Sindicalisme i consells ( 8 novembre 1919)
7.-L’instrument de treball (14 de febrer de 1920)
8.-El Consell de fàbrica ( L’Ordine Nuovo, 5 de juny de 1920)
9.-Sindicats i consells II ( L’Ordine Nuovo, 15 de juny 1920)
10.-Els moviment del Consells Obrers de Torí (Informe enviat el 20 de juliol de 1920 al Comitè executiu de la IC, publicat a L’Ordine Nuovo 14 de març de 1921).
11.-Informe de Gino Olivetti, secretari de la patronal italiana Cofindustria presentada a una assemblea de la patronal celebrada en 1920. Fou publicat íntegrament per L’Ordine Nuovo el 15 de maig del mateix any.

Notes de lectura:

Per a reunir aquest textos ha calgut d’espigolar en quatre antologies gramscianes diferents:
Antologia, Prólogo y notas Manuel Sacristán. México, Siglo XXI, 1970. Acaba de ser reeditada per Akal.
Escritos políticos ( 1917-1933), Buenos Aires, Cuadernos de Pasado y Presente, no 54, 1977
Partido y revolución, México, Ediciones de Cultura Popular, 1977.
Debate sobre los consejos de fàbrica, Amb textos del mateix Gramsci, de Amadeo Bordiga, d’Alfonso Leonetti, de Palmiro Togliatti i de la patronal italiana de l’època. Traducció i pròleg de de Francisco Fernández Buey. Barcelona, Anagrama, 1975.
Les tres darreres es poden trobar a Els arbres de Farenheit.

Text i context: Abans de llegir cada text, es important consultar la cronologia. La cronologia està extreta de: Antonio Gramsci, Cuadernos de la Cárcel en castellà, edicions Era, México, 1975, pp. 37-67. Aquí sols he reproduït els dos anys del bienni roig (1919-1920) més anterior i el posterior: 1918-1921, per a ajudar a contextualitzar millor.
Important llegir la introducció de Francisco Fernández Buey al llibre: Antonio Gramsci i Amadeo Bordiga, Debate Sobre los consejos de fábrica, Editorial Anagrama, 1975. També la breu introducció d’Alfonso Leonetti que es publica amb el llibre. Alfonso Leonetti ( 1895-1984), fou un dels fundadors del PCI, nascut a Bari, fill d’una família pagesa, participà de jove en les lluites dels pagesos de la Puglia ( regió meridional d’Itàlia) pel repartiment de terres. Es traslladà a Torí, on va participar en la secció torinesa del PSI, al costat de Gramsci, Togliatti i Tasca. Escrivia articles a l’Ordine Nuovo i a l’edició torinesa de l’Avanti. Leonetti fou l’editor de la selecció d’articles sobre els consells obrers que FFB, traduí i publicà en castellà el 1975 ( Roma, Giulio Savelli, 1973). Per això, la seva introducció es particularment important. Un cop fundat el PCI l’any1921, Leonetti fou el primer director del diari l’Unità, fundat el 1924, quan Gramsci ja havia substituït a Bordiga en la direcció del PCI. El 1930, i junt amb Pietro Tresso i Paolo Ravazzoli fou expulsat del PCI per recolzar Trotsqui front Stalin. El mes de juny de 1930, el germà de Gramsci, Gennaro el va visitar a la presó de Turi i, entre d’altres coses li explicà aquestes expulsions, que Gramsci desaprova. Exiliat com estava a França, formà part de la corrent bolxevic-leninista del PSF, però en 1938 no s’adherí a la IV Internacional formada aquell any per Trotsqui. participà en la resistència antinazi en aquell país. Tornat a Itàlia després de la guerra, demanà el reingrés al PCI que li fou atorgat l’any 1962. Des de aquesta data es dedicà a escriure treball sobre la història del moviment obrer italià i internacional. Cal destacar les seves memòries Un comunista (1895-1930), editades per Feltrinelli l’any 1977. Els articles assenyalats amb (*) formen part de la selecció de Leonetti. Cal contextualitzar de nou ( 1971) l’opció de Leonetti en publicar aquests i no d’altres articles de Gramsci i de publicar-los en confrontació amb els articles de Bordiga. També cal contextualitzar el treball de FFB presentant aquests articles en un context (1975) en que a Espanya començava el debat sobre la transformació de les comissions obreres en sindicat i en que hi havien organitzacions que s’hi oposaven com la OICE i les Plataformes obreres anticapitalistes.

Joan Tafalla

El trabajo para intensificar la cultura, para profundizar la consciencia

1455200_621442341230465_41130006_n«La fase más inteligente de la lucha contra el despotismo de los intelectuales de carrera y de las competencias por derecho divino se organiza mediante el trabajo para intensificar la cultura, para profundizar la consciencia. Y este trabajo no se puede dejar para mañana, para cuando seamos libres políticamente. Es él mismo libertad, es el mismo estímulo para la acción y condición de la acción.»

-Antonio Gramsci, «Scritti giovanili 1914-1918», Turín, Giulio Einaudi, 1958

Publicado el dia 10-11-2013 en el muro de facebook de nuestros hermanos de Cuadernos de la Cárcel ( Antonio Gramsci): https://www.facebook.com/pages/Cuadernos-de-la-C%C3%A1rcel-Antonio-Gramsci/123133681061336

Seminari Gramsci i la unitat popular. Lectures de la quarta sessió.

Textos dels Quaderns 13 i 15. Maquiavel, la política, el Príncep Modern,
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Índex de les lectures de la quarta sessió

QP13 § Notes breus sobre la política de Maquiavel
QP 13 § Maquiavel i record del passat de Roma
QP13 § Qüestió de l’ “home col·lectiu” o del “conformisme social”
QP 13 § Sobre realisme i no tenir perspectiva més enllà del nas
QP 13 § Anàlisi de las situacions: relacions de força.
QP 13 § Alguns aspectes teòrics i pràctics de l’ ”economicisme”
QP 13 § Observacions sobre alguns aspectes de l’estructura dels partits polítics en períodes de crisi orgànica
QP 13 § A propòsit de les confrontacions entre els conceptes de guerra de maniobres i de guerra de posicions
QP 13 § El cesarisme.
QP 13 § Sobre el concepte de partit polític.
QP 13 § Sobre la burocràcia
QP 15 § Maquiavel. Elements de política
QP 15 § Maquiavel. El concepte de revolució passiva.
QP 15 § Maquiavel. La relació “revolució passiva-guerra de possicions
QP 15 § Maquiavel. El concepte de revolució passiva.
QP 15 § . Més sobre revolució passiva.
QP 15 § Una de les manifestacions més típiques del pensament sectari
QP 15 § Risorgimento italià. La funció del Piamont en el Risorgimento italià es la d’una “classe dirigent”.
QP 15 § Passat i present. El tema de la revolució passiva com interpretació de l’època del Risorgimento y de tota època complexa de canvis històrics.

Notes de lectura:

1.- Ha estat difícil triar els textos més significatius d’aquest Quaderns. Segur que també hi ha un nombre de planes superior al temps del que disposem. O sigui, llegiu-los tots a casa i triarem entre tots aquells que ens semblin més important.
2.- Els títols que he posat en a l’índex per a indicar el tema del que tracta cada paràgraf, son en alguns casos els que va posar Gramsci, i en d’altres un breu resum de la primera frase del paràgraf feta per mi.
3.- Podeu observar la llista de conceptes polítics forts que sortiran en aquesta sessió de lectura: el paper del mite en la política, la crítica del concepte sorelià de mite, el partit com a “modern príncep”, la formació d’una voluntat col·lectiva nacional-popular, la reforma moral-intel·lectual, conformisme social, realisme i falta de visió global, la crítica de la proposta de revolució permanent, anàlisi de situacions i relacions de força, economicisme, els partits polítics, guerra de posicions, guerra de moviments, la burocràcia, revolució passiva, el pensament sectari, un territori com a classe dirigent d’un procés de construcció nacional…
4.- O sigui, col·legues, estem entrant en el nucli dels Quaderns, bona lectura, molta atenció, prioritzem els temes principals…
Joan Tafalla 8 novembre 2013

Podeu baixar el material clicant aquí:

Material 4 sessió- maquiavel

Podeu llegir dos comentaris de Joaquin Miras al Quadern nº 13 en els següents Links:

Tres notas sobre el Cuaderno 13: sobre la creación de un nuevo ethos; sobre la génesis histórica y sobre 1870 como verdadero final de la Revolución francesa

Tres notas sobre el Cuaderno 13: sobre la creación de un nuevo ethos; sobre la génesis histórica y sobre 1870 como verdadero final de la Revolución francesa

Leyendo el Cuaderno 13

Leyendo el Cuaderno 13